William James, importante filósofo pragmático, habla en el texto del recurrente tema de la religión. Pone en duda el método de creer de los distintos ideales existentes, tomando él como verdad aquella que te hace obtener una satisfacción, algo práctico y de utilidad.
Así distingue entre dos tipos de hipótesis: vivas y muertas. Las vivas son esas hipótesis cuyas respuestas son importantes para nuestra persona, que implican un cambio en nuestra vida. En cambio, una hipótesis muerta es la que nos es indiferente: su respuesta no genera ningún interés, pues sea una y otra nuestra vida seguirá igualmente su camino.
También propone unas hipótesis secundarias: forzosa o evitable, parentoria o trivial, que nos ayudan a definir la teoría en más profundidad.
Después de esto da a conocer su naturaleza pragmática. No importan las evidencias, las probabilidades o la ciencia; siempre que haya una diminuta oportunidad de que exista aquella proposición a debatir, y que dicha idea nos proporcione un beneficio personal (ánimo, ganas, fuerzas), es importante arriesgarse y luchar por esa idea. Total, como él propone "¿Qué vais a perder?". Esta visión de la vida aporta a la filosofía un nuevo enfoque en el que se toma como principal finalidad el encuentro de la fe y la confianza, donde se da la posibilidad de tener una religión determinada de una forma digna.
En sus textos, William James ataca la ideología de Clifford, que dice que lo más correcto es no creer en nada hasta que las teorías sean probadas (es decir, creer solamente en la ciencia), ignorando lo que sentimos con tal de no caer en un posible error. William no está de acuerdo con esto por ello acude a la célebre frase de Pascal "El corazón tiene razones que la razón no entiende".
Como todo buen filósofo, William James convence con sus capacidades literarias y mentales, y a eso se le suma que desde hace mucho encajo con sus ideas. El hecho de que una persona tenga como prioridad su bienestar, por encima de la ciencia y de cualquier autoridad, es totalmente correcto. Pero si alguien es capaz de creer en una idea (Dios, por ejemplo), tiene que ser capaz también de aceptar críticas dirigidas hacia la poca credibilidad de su hipótesis, pues de lo contrario estaríamos enfrentándonos a un fanático religioso o, en otras palabras, a un dogmático.
Material: los dos fragmentos de La Voluntad de Creer de William James,
María M Rodríguez Sánchez
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