Por Salvador Martín Pérez
El texto de Russel es una clara manifestación del clima de la época: resentimiento por las guerras, desengaño de la política, odio hacia los poderosos que viven a expensas de una masa.
Aunque es bastante largo, la idea central es más o menos sencilla: desbaratar todo el sistema económico mundial en pos de un nuevo régimen que permita a todos, hombres y mujeres, ricos y pobres, disponer de una considerable cantidad de tiempo libre (sin dejar de lado al trabajo indispensable para el funcionamiento correcto de la sociedad, por supuesto).
Porque, según Russel, los "ociosos" han estado lavando el cerebro perversamente al resto de personas para convencerles de que el trabajo, el espíritu de sacrificio, la entrega y la laboriosidad incansable son virtudes que ennoblecen a quien las posee. Resultado: el hombre de a pie vive por y para su trabajo. Produciendo sin descanso, sacrificándose a sí mismo, para que la minoría selecta de siempre viva a expensas suyas. Más o menos como ahora.
El trabajador es una mera pieza en el colosal mecanismo que es la sociedad regida por el poder del dinero. Y esto es un desastrede proporciones increíbles y (desgraciada y probablemente) irreparables. Russsel arremete contra este hecho, haciendo alusión a sus propias experiencias de la vida (no se me olvidará nunca el comentario de la duquesa) y a la hipocresía y crueldad de los privilegiados, llegando casi a comparar el sistema económico-político de la época con el feudalismo medieval. O esa es la impresión que me ha dado a mí. Esto revierte pues, los conceptos de "trabajo", "virtud", "ociosidad", "pereza", "actitud hacia la sociedad" y concretamente el de "civilización".
Porque la civilización es el resultado de la ociosidad: de la disposición de los hombres de tiempo libre para hacer lo que les plazca. Para cultivarse, reflexionar, descubrir lo que les agrada y desagrada, crear cosas nuevas... en suma: descubrirse a sí mismos. Cuando un grupo de personas "se descubren a sí mismas", se forma una sociedad. Esa sociedad se organiza de forma que cada uno debe hacer una pequeña contribución (en forma de trabajo) para que todos puedan vivir con las mismas accesibilidades y comodidades. Y una vez cumplida esa contribución, la civilización se crea por inercia pura: al compartir los conocimientos, las ideas, las habilidades propias, el esfuerzo, el hecho de perseguir los propios proyectos y cumplirlos: eso es civilización. Esto lo dice Russel y lo digo yo.
Cuando las contribuciones son tan grandes y ¿necesarias? que se las necesita constantemente para que la sociedad funcione, sucede aquello contra los que nos quiere prevenir Russel: el sistema acaba supeditando a los hombres.
El trabajo es el esfuerzo con el que no te sientes realizado, aunque lo necesites. El esfuerzo a secas es eso; esfuerzo. El esfuerzo que te agrada es el cultivo de la virtuosidad.
(Esta conclusión es mía, pero de ella se puede deducir una cosa. ¿Por qué no compaginar "cultivo de la virtuosidad" con "trabajo", ya que ambos dependen del "esfuerzo"? Me temo que los ociosos de la época de Russel llegaron a la misma conclusión antes que yo.)
La sociedad es la suma de personas. Y cada persona es un mundo. Son las personas las que crean y controlan a la sociedad; no al revés. Cuando eso ocurre, es señal de que todo se está desbaratando irremisiblemente. Como ocurre en la actualidad.
Conclusión: la misma de siempre. Abajo el sistema y persigue tus propias metas. Tú eres el dueño de tu vida: tu juez, jurado e incluso verdugo. De tí depende esforzarte o no...
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teterarussel
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