"No puede decirse que no haber nacido sea una desgracia", dice Thomas Nagel refiriéndose a la tristeza de Beethoven por no haber tenido hijos.
En Ensayos sobre la vida, Nagel debate la tesis de Lucrecio (seguidor de Epicuro), en la que dice que es absurdo temer a la muerte, pues la eternidad anterior al nacimiento equivale a lo mismo , es decir, a la nada, y aún así la sociedad no la tiene en cuenta.
Nagel marca una diferencia entre esas dos nadas, que son las que contienen ese pequeño paréntesis que es la vida, y esa diferencia es la siguiente: antes de nacer no hay sentimientos, experiencias o sueños, en cambio al morir tenemos mucho que perder, pues la muerte se lleva por delante ese tiempo en el que podríamos estar viviendo más experiencias. A raíz de esto surgen temas tan comprometidos como el aborto, a lo que yo me pregunto... ¿Es verdaderamente un delito matar a un embrión, puesto que se lo está privando de la vida, a pesar de no ser un ser consciente? ¿A pesar de que millones de células estén muriendo en el mundo cada día sin que ni siquiera nos demos cuenta? Para mí no lo es, pero antes de ser pedantes no hay que acudir solamente a la filosofía, sino también a la biología, teniendo en cuenta la relevancia de la ciencia.
María M Rodríguez Sánchez
2 comentarios:
corto,pero con mucha fuerza. Para mi esta genual, te pondria un SB.
Ana M
Pelota jajajajjaa
María M
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